A nivel mundial, se estima que 1 de cada 3 mujeres ha experimentado abuso físico o sexual por lo menos una vez en su vida en diferentes contextos. La mayoría de veces, la violencia es perpetrada por la pareja según las Naciones Unidas. En el 2018, se encontró que 1 de cada 7 mujeres sufre de algún tipo de abuso en el contexto de la pareja (13% de mujeres de 15 a 49). Desde que comenzó la crisis sanitaria en 2019 el porcentaje de mujeres que sufren de violencia en el contexto de la pareja ha incrementado significativamente debido al aislamiento, las restricciones de movimiento y la inestabilidad económica, todos ellos factores de riesgo que incrementan el nivel de vulnerabilidad de las víctimas y aumentan el nivel de control de los agresores sobre sus parejas. En el Ecuador, el índice de desigualdad de género alcanzó hace 5 años un ranking de 88 puntos; esto sugiere que la diferencia de género está significativamente marcada en aspectos como salud reproductiva y participación en el mercado laboral. La Fiscalía General del Estado (2021) publicó que las cifras de feminicidio en este país durante el periodo de 2020 y 2021 alcanzó un total de 123 muertes denunciadas. La relación que las mujeres tienen con los agresores de las víctimas de asesinato se describen a continuación: -Conviviente: 33.87% -Cónyuge: 16.83% -Ex conviviente: 15.83% -Pareja: 13.83% -Expareja/Ex cónyuge: 3.81% -Otros: 15.83% Las consecuencias más comunes para la salud mental de las víctimas de violencia de género incluyen trastorno de depresión, trastorno de ansiedad, trastorno de estrés postraumático y suicidio; sin embargo, al tomar en cuenta la salud global de las mujeres, el impacto es mayor e incluye embarazos no deseados, abortos, enfermedades de transmisión sexual o VIH. En los casos más extremos, las víctimas no sobreviven los ataques del agresor y mueren (aproximadamente un tercio del total de feminicidios denunciados son cometidos por la pareja) (Naciones Unidas, 2021). La evidencia ha demostrado que los grupos de apoyo son beneficiosos en muchos aspectos, pues ofrecen un espacio seguro para que los participantes compartan sus experiencias y aprendan de otros sin ser juzgados. Además, atienden a diversas necesidades psicosociales, promueven la autoestima, la autonomía y fortalecen las redes de apoyo y solidaridad. La intervención va a estar dirigida por psicólogas clínicas de la Clínica de Salud Mental de la USFQ. Por medio de este proyecto, se espera contribuir a la evidencia existente en el Ecuador sobre el impacto y la implementación de programas de acompañamiento psicosocial para mujeres en situación de vulnerabilidad. También se espera que la intervención tenga un impacto positivo en la autonomía y salud mental de las mujeres de los grupos de apoyo.